Páginas

jueves, 16 de febrero de 2017

Carta de amor

Al igual que Einstein opino que la fuerza más poderosa del universo es el amor. Es capaz de vencer cualquier barrera por eso he decidido enfocar este reto con otra perspectiva.


Hoy es un “día bisiesto” aunque tengo el horrible presentimiento de que poco a poco acabarán siendo llamados “días eclipses” ya que se demoran más al llegar y son igual de efímeros (tú ya me entiendes).
Seré breve por que me faltan palabras, tiempo y memoria para agradecerte todo lo que llevas haciendo por mi estos sesenta y seis años, especialmente los cinco últimos.

Me he levantado como de costumbre pero eso sí con un hambre de perros y al lado no me han podido faltar las dos rosquillas de cada día, me cuesta metérmelas en la boca por que no sé ni como sabrán. Que ironías tiene la vida yo olvidando el sabor de lo que más me gusta y tú recordando cada mínimo detalle.
Después me he vestido, me ha llevado media hora encontrar el cajón de los calcetines pero un caballero se viste por los pies, ya conoces mis manías. Estoy escribiéndote esta carta ahora pero no paro de pensar en seguir haciendo el servilletero de mimbre para que no me den las doce de la noche y te quedes en este San Valentín con las manos vacías, aunque a las mías les cueste cada día más tejer y seguir por el último trenzado correspondiente (que haría sin el lacito rojo que me pones para que no pierda el ritmo de un día para otro).

Tú que has sido mi norte cuando he estado perdido, que me has reconocido cuando todos los días veo en el espejo a un desconocido que ni se soporta, me has calmado cuando no me acordaba ni del por qué de mis rabietas, que me has dado a dos hijos maravillosos de los cuales me enseñas vídeos y fotos para que no les olvide sabiendo que un día solo seré un cacho de carne deambulando sin recuerdos ni historias que contar, yo que siempre te he dejado la puerta abierta y tú nunca te has marchado.

Nunca imaginé llegar a ser el amor de la vida de alguien pero ese día cuando los doctores me detectaron esa enfermedad del olvido, de la que nadie habla y a la cual todos la tienen miedo, noté en tus ojos otro tipo de brillo, María, por que me olvidaré hasta de mi pero esa mirada se quedó clavada. Ilógico como un viejo puede volverse un niño ahogado en su propio llanto al saber que todo en su cabeza morirá, pero si de algo estoy seguro es de que este amor perdurará siempre.
Gracias por ser mi compañera de vida y de batallas pero sobre todo, por ayudarme a superarlas.

Estoy cansado y la enfermera ha llegado, dice que me toca la pastilla de la mañana además de que me va costando hacer memoria, tendré que dejarlo aquí y continuar cualquier otro día.
María el amor es un pacto de dos, aunque haya ciertos días en los que ni te reconozca y te encuentres sola, aprovecho este “día bisiesto” para recordarte lo muchísimo que te quiero.
No soy nada ni mucho menos nadie , sin embargo, contigo lo tengo todo... no me acuerdo del color de tus ojos en este instante pero ese brillo que desprenden es más potente que el alzheimer. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario